viernes, 3 de junio de 2011

La muda de un árbol



La muda de un árbol acontece tan despacio, tan deprisa, como crece la sed fiera de una fuente que temiera secarse de pronto, al cabo de un siglo escaso.
Un día brota de su raíz espumosa una madonna santa con halo de sirena, dispuesta a envolvernos las vísceras de arrobo y fronda.
No hay consuelo entonces para ese oxidarse bien adentro, exudándolo por fuera, de nuestras formas ansiosas. En su seno ceñido quiere la semilla ser niño presurosa, abrazar la eterna espera de la forma que nos nace y explosiona.

* La bella imagen procede de Isabel María González, de la serie "La naturaleza insiste; nosotros, también", publicada en Facebook.

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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"