lunes, 11 de julio de 2011

Noche de brasa

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Dos luces refulgen en mitad de un ovillo. El gato me mira con fijeza tras detener sus pasos almohadillados, impaciente por que le saque una foto.
-Haz click de una vez, ¿a qué estás esperando? -me increpa ansioso.
Pero sus brasas me hielan con un fuego extraño, de pesadilla nocturna y grumosa, así que no me decido. Tras tomar unas cuantas fotografías del pueblo aquí y allá, por disimular, prosigo mi marcha confiado.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"